Un camino por la mente

De vez en cuando recuerdo mis momentos en el RODA, en el HEADI, los dos años que viví metido en una casa que no conocía, pero que se terminó convirtiendo como en mi segunda casa. La gente que conocí, y los momentos que disfruté, que, aunque a veces no este presente el tiempo o momentos que me gustaría estar y compartir ahí todavía, esa etapa fue increíble y nunca la borraré de mi memoria, y, lo más importante de todo, siempre terminaré volviendo ahí ya sea de vez en cuando o de manera recurrente si la vida me lo permite.

Algo que también me gusta recordar es una de las cosas que más me gustaba del HEADI que es esto, escribir, escribir y escribir; compartir blogs con gente que conozco y también con gente que no tengo idea de quienes son, pero, por leer lo que escribía, siento que ellos ya conocen una parte muy profunda de mi ser.

Escribía de todo, reseñas de canciones, de libros, sentimientos que tenía en mi mente o ideas/locuras que se me ocurrían en el momento; alguna que otra enseñanza que descubrí en mí caminar en el RODA y me gustaba compartir con el lector, así como alguna historia/cuento que tuviera algún significado que consideraba que valía la pena ser expuesto.

Por ello el día de hoy me gustaría que me acompañaras a repasar alguno de mis blogs, lo que es algo parecido a recorrer mi mente en esos dos años que viví metido en el Centro Universitario casi diariamente. Es un ejercicio muy interesante y que me emociona, ya que recuerdo bonitos momentos y vuelvo a reflexionar sobre lo que escribí por esos momentos; y que, a pesar de que no muchos de ellos eran muy leídos, les tengo gran cariño y tienen parte de mi mente y corazón.

Lo primero que escribí fue a mano, El Ruido del Silencio, un blog que nunca fue publicado, ya que fue un ejercicio que el director Óscar nos hizo escribir de cero, cualquier cosa que se nos ocurriera, y como yo soy alguien que piensa muchas locuras de vez en cuando y aunado a que estábamos aún en pandemia en ese momento, muchos sentimientos salieron a flote cuando me dejaron pensando un día entero sobre cualquier cosa. Después hice un blog en el cual mejoré (según yo, ja) la escritura de ese primer blog El Ruido del Silencio 2.0.

A veces el silencio es más elocuente que las palabras, y es cuando empezamos a apreciar el Ruido del Silencio.”

Después vino El Hábitat del Conocimiento, que fue el primero que subimos a la antigua página de blogs del RODA, en él describí lo que creí que sería el programa HEADI y el RODA para mí, un estanque que me permitiría desarrollarme como estudiante y, mejor aún, como persona, lleno de otros “peces” que querían lo mismo que yo. Y en el cual invitaba al lector a buscar un espacio como este. Después hice, como con El Ruido del Silencio, una especie de “mejora” pero sobre todo con el cual reflexioné todo el viaje que había vivido hasta ese punto: la gente que conocí y todo lo que cambiamos todos juntos en ese tiempo, la evolución que tendríamos no solo en escritura, sino también personalmente porque, no tengo problema en decirlo, nos habíamos convertido en mejores hombres. Este blog fue El hábitat del conocimiento.

Después vinieron otros que eran más de reflexión, incluso llegue a hablar de la muerte y de la importancia de abrazarla para así apreciar la vida, y como tenemos que aprovechar la vida porque la muerte es un sí seguro. Así como otras historias a las cual les intentaba introducir alguna enseñanza o significado que se me hacía interesante en Un viaje esclarecedor o Una mirada que envejece, en los cuales habló sobre la necesidad de encontrarte contigo mismo y sobre lo peligrosas que pueden ser las adicciones o algunas distracciones, respectivamente.

En ese entonces era 2021, hace dos años, el tiempo vuela. Y el 5 de febrero escribí uno que me gusto mucho, porque recuerdo que yo quería hacer un blog de algo que dijeras “Nah de esto no se puede hacer un blog”, mi mente trabajaba y presagiaba algo interesante cuando vi en mi cubículo de 1×1 metros, mientras estaba sentado, una hoja de papel en blanco frente a mí, y fue un mini momento eureka. “Escribiré sobre una hoja de papel”, y ahora venía lo complicado, “¿Cómo hacer que una simple hoja de papel vacía fuera algo interesante y que valga la pena compartir?”, y ahí surgió Un arte oculto, en el cual intento escribir con una combinación de lenguaje coloquial y un poco más formal o técnico el cómo una hoja de papel se puede convertir en una obra de arte, un Picasso, un Mozart, un Rembrandt, un Van Gogh, un Beethoven o un Bach. Me apoyé con una frase de Voltaire lo cual me enorgullece, ya que lo grandioso de escribir algo nuevo es que viene inspirado de alguien más, y yo sentía que algo me había inspirado y me había movido a escribir algo a raíz de ello. Todo esto gracias a estar todo el día en el RODA simplemente “pensando” o, como lo verían otras personas, “perdiendo el tiempo”, JA.

Llegó el día que nos mudamos de página web en donde se encuentran los blogs de nuestra generación del HEADI, así como los de la 2da y 3era generación, una página muy valiosa a mi parecer, ya que está alimentada de la mente de muchas personas y puedes conocer la personalidad de cada uno de ellos con solo leer los blogs que escriben, así como su evolución a lo largo del tiempo y de sus días en el HEADI

Aquí se publicaron más de uno a los que les tengo mucho cariño, y, como con la página web anterior, no podría mencionarlos a todos, pero uno que sí tengo que mencionar es el de El retruécano de la vida, en el cual me apoyo de una figura literaria, retruécano, para hablar de la eudaimonia y cómo proponía Aristóteles que se llegaba a ella. Hablo de muchos temas en él, recuerdo estarlo haciendo, investigando, leyendo, porque, como ya lo dije, para poder escribir algo interesante o que valga la pena leer, no basta con escribir cualquier cosa que salte a tu cabeza, debes alimentar la mente, “para dar hay que recibir”. Después de muchas horas salió mi bebé: El retruécano de la vida, en el cual concluyo que debemos de encontrar la virtud y buscar la vida contemplativa en esa actividad que es nuestra forma más plena de felicidad, estando completamente conscientes de que la hacemos, no en piloto automático como estamos la mayoría del tiempo; explotar la inteligencia y buscar la excelencia para así ser feliz o llegar a la eudaimonia.

Escribí también uno que tiene el mismo título que mi banda de rock favorito, MUSE, un blog muy largo en el cual hago una reseña de esta banda, cómo son influenciados por la música clásica, libros o corrientes de pensamiento ya existentes, explico algunas de sus canciones o álbumes.

Y eso es lo bonito de escribir, puedes plasmar tus pasiones e intereses y lograr que alguien más se interese y sienta esa pasión como tú lo haces. Un blog que a mi parecer da mucho de que hablar, ya que no te imaginarías todo el contexto o trasfondo que tienen algunas cosas que vemos tan simples como lo es, en este caso, la música. Y hablando de música, también escribí una reseña sobre otro de mis artistas preferidos, John Mayer, en No detengan este tren, en el cual reflexiono junto con la canción, Stop this train, el paso del tiempo, como tenemos altas y bajas, y la dificultad que tenemos cuando sentimos que perderemos a gente que apreciamos o amamos, así como un poco de las crisis existenciales que trae la vida junto con el paso de los años, todo “parece aproximarse a una velocidad que no puedo soportar”; y como al final, el cantante, o nosotros, en su caso, lo entendemos, nunca pararemos este tren y eso está bien.

Y, por último, Un adiós pero no de despedida, un blog que es emotivo para mí, ya que fue el último que escribí en mi estadía en el HEADI, y en el cual intento darle ese toque de nostalgia que tenía en mi corazón en esos momentos. Recordé cada momento que viví ahí, como cambié como estudiante, pero aún más, el cómo cambié como persona, y resaltando las increíbles personas que conocí en mi camino por el RODA.

Destaco todo lo que crecí social, cultural, espiritual, escolar y hasta profesionalmente; y como el RODA es para una persona que busca un crecimiento personal de cualquier tipo, como ya mencioné algunos de esos crecimientos. Hablo de los años que pase ahí, el RODA vio un Diego de 20, 21 y 22 años, y seguirá viendo y sufriendo un Diego de más edad; como este lugar (y más que el lugar: las personas) tal vez ya no será mi segunda casa físicamente, pero sí de corazón y de espíritu.

Este lugar me vio sufrir muchos cambios, y aún lo hace, y no puedo más que agradecer a este increíble lugar. Es el lugar perfecto, todos jalando para el mismo lado, apoyándose en lo que se necesita y pueda, y aunque no se pueda se busca ayudar porque, esa es la idea, el servir no es opción ni obligación, es un gusto, y servir para ayudar a un amigo, no puede ser nunca negado. Y ahora imagina eso, pero no con un amigo, sino con la familia, porque eso es el RODA, una familia, con altas y bajas como cualquiera, pero siempre con el mismo amor, cariño, sinceridad, apoyo y calidez de un hogar.

Una vez más como en mi último blog, y de nuevo, aunque ya no lo visite tan frecuentemente como me gustaría, ¡Del RODA toda la vida! Ya sea física, espiritual o moralmente, y cualquier persona que necesite algo puede estar seguro de que más de uno estaremos dispuestos a apoyarlo, porque al final, eso somos, una familia.

2 comentarios en “Un camino por la mente”

  1. Diego!!!! Pero son muy pocas veces las que regresas, te esperamos. Gracias por tu blog y por tus blogs, siempre profundos y bien redactados. Se disfrutan.
    Efectivamente, somos familia, somos comunidad en el sentido fuerte del término y eso es una bendición y una gran responsabilidad.

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